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Gerardo Aguado
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Gerardo Abraham Aguado Gómez es miembro de Acción Nacional desde 2008. Actualmente es Diputado local en la LXI Legislatura del Congreso del Estado de Coahuila. @GerardoAguado

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25 Julio 2020 04:00:00
México grande y generoso
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Todo cambio de régimen político afecta a millones de vidas, removiendo las emociones, que van desde el miedo hasta la esperanza. Pero los hechos en sí, son en realidad el término de un proceso largo, un cambio que ha ido evolucionando a lo largo de un periodo más o menos prologando. La pregunta sería: ¿es posible construir un modelo que describa el proceso de la caída de una democracia que contribuyera a comprender mejor, qué la ocasionó y cómo fue su dinámica?

Los problemas de estabilidad y ruptura de los sistemas políticos han sido el tema de muchos estudiosos desde hace mucho tiempo, desde la quiebra democrática hasta su estabilidad. La mayoría de los estudios a lo largo del tiempo han sido más enfocados a la correlación entre las características sociales, económicas y culturales de un país, que en la dinámica de los procesos de crisis y caídas de los regímenes existentes o la consolidación de otros nuevos.

Al tiempo que esto ocurría, los historiadores han proporcionado datos de los sucesos y cambios sociales, económicos y políticos que produjeron esos drásticos momentos que llevaron a Castro, Putin, Fujimori, Mussolini, Hitler, Trump o López Obrador al poder, o como en Francia, que provocaron un cambio de rumbo en la batalla por la supervivencia de la democracia.

Esos análisis, escritos y memorias son una diente muy importante para comprender estos procesos políticos. Por lo tanto, para entender la situación que hoy guarda nuestro país, es útil combinar el conocimiento de los sucesos que proporcionan los relatos de los historiadores mundiales y los informes de los politólogos y sociólogos que estudian tanto causas comunes y cierta secuencia de acontecimientos que expresan esta conciencia en actitudes de enojo, tragedia o hartazgo.

En México, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, la manera de entender los cambios estructurales que ha sufrido -para mal- nuestra democracia, parten del análisis de las características sociales e infraestructura socioeconómica, que actúan limitando o restringiendo la elección de los actores políticos.

Sosteniendo que el proceso de derrumbamiento democrático está suficientemente explicado por las grandes desigualdades sociales y económicas, la concentración del poder económico, la dependencia económica hacia otros países y la inevitable defensa de los privilegios que terminan con las instituciones democráticas. ¿Pero qué pasa cuando estos cambios se dan en Europa o como ocurrió en 2016 con la llegada de un autócrata como Trump, en los Estados Unidos?, ¿qué dio lugar a que se colara en el sistema un extremista?, ¿quién se relajó? O ¿quién no alzó la voz?

Para entenderlo tendríamos que analizar a profundidad cada caso y tomar en cuenta la idiosincracia de cada nación, la realidad, es que una vez que ocurren estos cambios drásticos, el comportamiento de los gobernantes para matar la democracia siempre es igual.

López Obrador es un buen ejemplo de esto, pero no solo de hoy, si no desde 2006. Este comportamiento cada vez es más claro en su discurso: el rechazo a las reglas democráticas del juego, la voluntad de no acatar las disposiciones que la ley confiere, negarse a aceptar resultados electorales declarando fraude (hasta la fecha lo repite) o autoproclamándose guardián de los procesos electorales (denostando al INE).

Pero eso no es todo, el comportamiento de autócrata del Presidente es repetitivo y se refleja también en el contenido de cada una de sus “mañaneras”, al describir a sus adversarios políticos como contrarios a “su orden constitucional”, afirmando en todo momento que sus rivales constituyen una amenaza para la seguridad nacional o equilibrio del país, sin tener argumentos, también opta por describir a la oposición como un grupo de delincuentes conservadores, es poco tolerante a la crítica y busca en todo restringir las libertades de los medios de comunicación. Sí, todo eso ocurre en México y no nos hemos dado cuenta.

La quiebra democrática avanza en silencio, sin que nos demos cuenta, pero se encuentra en constante crecimiento. Es tiempo de actuar, el 2021 será una gran oportunidad para luchar por nuestra democracia!, de lo contrario, podríamos lamentarlo por mucho tiempo. No exagero, basta analizar diariamente el discurso oficial y analizar la historia del mundo.

Se puede, si lo conseguimos, que no me queda duda que así será, Mexico será una patria todavía más grande!

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