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[Especial]

La tierra para el aeropuerto de Santa Lucía ‘no se regala’

La conexión del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, obra emblemática del gobierno de López Obrador, está comprometida

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La conexión del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, obra emblemática del gobierno de López Obrador, está comprometida. Un grupo de comuneros de San Miguel Xaltocan se plantó allí en protesta por el “incumplimiento” del gobierno federal, que a cambio de 128 hectáreas adicionales a las del aeropuerto, que pretende usar como área de mitigación acústica, se comprometió a regularizar la propiedad ejidal y comunal, además de realizar obras en el pueblo. “La tierra no se regala”, enfatiza el representante de los inconformes.

Ciudad de México.- El domingo 4 de octubre a las dos de la tarde, 30 comuneros de San Miguel Xaltocan, en el municipio de Nextlalpan, Estado de México, celebró una misa por los 110 días que llevan impidiendo con un campamento el paso de maquinaria de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la construcción de una glorieta que conectará al nuevo aeropuerto de Santa Lucía General Felipe Ángeles con el Circuito Mexiquense. Xaltocan será la puerta principal al aeropuerto.

A un año del inicio de las obras en Santa Lucía, el 17 de octubre de 2019, en esa comunidad indígena otomí que apoyó fervientemente el proyecto presidencial, se desarrolla un conflicto agrario que ya ha tenido sus primeros brotes de violencia y que el 17 de junio pasado provocó la instalación del campamento disidente, sin fecha de retirada, en los terrenos donde se construye la obra.

Un grupo de comuneros acusa que el gobierno los despojó de 128 hectáreas de sus tierras ancestrales y exigen una ­indemnización.

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“Bienvenidos, campamento de la comunidad indígena de Xaltocan”, dice a un lado del camino de terracería que va hacia el plantón, en un área que según la Sedena será zona de amortiguamiento acústico del aeropuerto. A espaldas de la enorme carpa en la que pernoctan los comuneros inconformes, el Ejército instaló un puesto de vigilancia.

“¡Que Dios bendiga su movimiento!”, dijo el cura ese domingo al término de la misa. Los comuneros xaltocamecas se persignaron.


La mayoría de ellos nunca antes había participado en un movimiento social, como Luis González, ingeniero aeronáutico, comunero y representante del campamento. Él dice que en plena pandemia por el covid-19, se organizaron porque sienten que el gobierno federal abusó de su “buena fe” y no está cumpliendo sus ­compromisos.

“Estamos a favor del aeropuerto, creemos que el proyecto es la mejor decisión que ha tomado el presidente, pero no estamos a favor del trato que se le ha dado al pueblo indígena, porque el pueblo ha dado mucho, 432 hectáreas al aeropuerto de Santa Lucía”, sostiene González.


Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2293 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 11 de octubre de 2020.








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